jueves, 14 de octubre de 2010

Te Sigo. Capítulo 5. Twittcam.

Lo primero que hago, como corresponde, es anunciar vía Twitter que me he puesto a disposición de mis seguidores. Diez mensajes son suficientes para esto. Tengo mucha expectativa por saber qué aspectos de mi personalidad les atraen, cuales les intrigan y cuales admiran, conforme a lo que he mostrado hasta ahora.

Estoy agradecido a esta nueva forma de comunicarme con el mundo que he descubierto. Antes yo era otro tipo de persona, pero por suerte he logrado dejar atrás la etapa más oscura de mi vida. No era feliz ni hacía feliz a quienes me rodeaban. Y quién diría que la solución estaba en conocer gente nueva.

Veo llegar las primeras tres personas a la Twittcam, y me alegro pues son conocidos. Gente que sigo y hasta podría llegar a decir que idolatro. Una persona con menos autoestima quizás pensaría que el aprecio no es mutuo, pues rara vez contestan mis mensajes, pero yo sé que tienen muchos seguidores, y no pueden atender a todos. Pero uno, incluso, ha llegado a retransmitir un mensaje mío, agregando un signo de pregunta al final, señal inequívoca de intriga sobre la procedencia de tal genialidad.

La forma de interactuar es sencilla y efectiva. Los participantes escriben sus preguntas y comentarios en sus teclados, lo que se ve reflejado en las pantallas de todos. Por otra parte, yo respondo en vivo y en directo y así se cierra el círculo perfecto.

Esperaba que comentaran sobre la excelente factura de mi camisa nueva, planchada con sumo cuidado para el evento, o el buen gusto con que he arreglado mi habitación, pero no, al principio parecen estar intrigados únicamente por mi orientación sexual.

Las primeras preguntas están referidas a si soy homosexual o no. Utilizan la palabra “Puto”, que encuentro de mal gusto, pero no creo que sea conveniente corregirlos. A estos tres en particular las críticas no les sientan bien, y necesito que se sientan cómodos, como en casa. Esto no deja de ser algo entre amigos.

Debido a los nervios me muevo ligeramente en la silla, lo que a uno de los participantes (son cinco ahora) le sugiere la idea de que estoy siendo penetrado este mismo acto, y lo señala. No es así.

Contesto con firmeza y sin ninguna ambigüedad, pero parece no ser suficiente. Ahora preguntan por la naturaleza de los instrumentos que uso para satisfacerme vía anal. E insisten con la palabra “puto”.

Uno de los televidentes detecta mi tartamudez, y al mismo tiempo otros cuatro se pliegan. La magia de la tecnología y el boca a boca han hecho que ya sean veintiséis las personas que me están observando. No todo es alegría, sin embargo. Uno de mis seguidores ha empezado a utilizar el sobrenombre de “Tartaputo”.

“Tartaputo esto, Tartaputo lo otro”, repiten ahora varios, y parece hasta que les causara cierta gracia.

Ya con algo de dificultad explico que no deseo ser llamado así, pero no parecen escucharme. Tengo miedo que sea culpa del micrófono, pero no, es nuevo.

Encuentro algo de consuelo pensando que esto sin duda me servirá para atraer nuevos seguidores. En definitiva, saber reírse de uno mismo es fundamental, y nunca tuve problemas con eso. Reírme de mi mismo soluciona a medias el asunto, pues la frase “De qué carajo de reís Tartaputo imbécil” no me parece nada agradable ni positiva. No es fácil enfrentar las cámaras y trato de disculpar este comportamiento pues ellos no lo saben. Se requiere valor para estar aquí, y lo estoy aprendiendo de la manera difícil.

El alivio llega en forma de dos participantes femeninas que me siguen en Twitter. Son lindas y graciosas, y creo que hay grandes posibilidades de pasar a un nuevo plano con alguna de ellas, cuando logre que me sigan. Siento mariposas en el estómago.

Pero las dos me empiezan a llamar “Tartaputo” casi de inmediato y la sensación no es linda. Para peor, en la parte de la pantalla reservada para las preguntas hacia mi, han empezado a hablar sobre mi, no conmigo. No es necesario repetir sus palabras, pero la impresión que tienen de mi dista mucho de la que deberían tener. La catarata de palabras no se detiene, y mis gritos no son escuchados.

Empiezo a pensar que la audición puede no haber sido la mejor de las ideas. A esta altura insultos como “puto” y “pajero” son de los más suaves que recibo. Siguen indagando sobre artículos que uso para satisfacerme, y hay incluso algunos que me han llamado “estúpido”, pues me resulta casi imposible responder a la catarata de insultos que estoy recibiendo.

Se ríen con sus ofensivos “JAJAJAJAJAJA”, en mayúsculas y sin ningún tipo de consideración para la velada que les preparé. Me falta el aire y la garganta cerrada impide que salga cualquier tipo de sonido. Con un manotazo estrello la cámara contra la pared y doy por terminada la experiencia de la televisación.

No todo está perdido, y vuelvo a la pantalla de Twitter con la esperanza de que mi número de seguidores se haya incrementado después de la audición. Después de todo parecen haberse divertido, y seguir a alguien también es una forma de apreciación por una buena labor realizada en beneficio de otro. Pero el número de seguidores se mantiene intacto, y solo por unos segundos, luego de los cuales empieza a bajar drásticamente. Ha transcurrido una hora después de la audición y ya he perdido setenta y cuatro seguidores, y solo se han incorporado dos nuevos, los cuales se empeñan en dirigirme mensajes con el mote de “Tartaputo” que tanta gracia les causó.

Ninguno de los dos seguidores nuevos, por supuesto, es una de las chicas que pretendía me siguieran. Una tercera, inclusive, con la cual estaba llegando a trabar cierta amistad, dejó de seguirme.

No me gusta sentir lástima por mí mismo y no lo hago. Lástima me dan esas tres chicas que ahora seguramente estarán riéndose de mi. Mandándose mensajes privados que hablan del “Tartaputo” que acaban de ver por la computadora.

Esto no es nuevo para mí, por desgracia. Lo he vivido en la vida real, y pensé con todas mis fuerzas, recé incluso, para que no pasara acá. Era un mundo nuevo, con infinitas posibilidades, pero la gente las desaprovechó.

No todos, sin embargo. Sumo un nuevo seguidor, y este no solo es rico en gente que lee sus mensajes, sino que parece comprenderme. El resto de Twitter desaparece para mi, y queda solo él, que parece entender cada una de las cosas que pasa por mi cabeza: la traición y la falta de respeto. La humillación. Es como si estuviera leyendo directamente de mi cerebro, y transcurrido una hora, pasamos a chatear, lo que permite mayor fluidez en los mensajes.

Al final de la noche, dice la frase que guardo en mi memoria y que me servirá para enfrentar días peores que este.

“Vos sos @Kampeon69. Y toda mujer que te humille deberá pagarlo”.

He defendido mi nombre con anterioridad, y nadie que me haya faltado al respeto lo ha hecho impunemente. El tiene razón, tiene mucha razón.

Nadie, nadie, se ríe de @Kampeon69.

16 comentarios:

  1. Buenísimo el giro! por un momento pensé que iba a estar cerca de realizar la morbosa fantasía de varios voyeurs de Twitcam y que iba a terminar suicidandose delante de todos...
    Va tomando forma la novela =)
    Besosss

    ResponderEliminar
  2. Jajaja muy bueno, siempre magnifico vos.
    Me gusto el fina.

    ResponderEliminar
  3. Genial , me encantó, vas cerrando todo lentamente, y girandolo...

    ResponderEliminar
  4. Me gusta esa cosa de "21 gramos" q le estás poniendo. Es genial esta historia.

    No se q estas esperando para sacar un libro de cuentos querido. Sinceramente...

    Abrazo!

    ResponderEliminar
  5. te miro, y me sorprendo...me gustan los giros, y como se cierran los circulos, 2 copas, 1 por cada tecla, y si soy yo.

    ResponderEliminar
  6. tremenda manera de palpar la fibra más íntima de la miseria humana. Me gusta y me intriga! brindo con anónimo! y a ver como sigue

    ResponderEliminar
  7. Hola, como estas ???
    Permiteme presentarme soy Elle, administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y me parece un exito, me encantaría contar con tu site en mi sitio web y asi mis visitas puedan visitarlo tambien.
    Si estas de acuerdo no dudes en escribirme
    Exitos con tu página.
    Un beso
    elle.ventura.vasquez@hotmail.com

    ResponderEliminar
  8. Sublime, Marcos ""hitchcockiano", si se me permite el neologismo ...

    A pesar de todo no pude evitar sentir un poco de pena por el tipo , hasta que estrellaste el nick que enlaza con te sigo y etc ...

    Talento ... digo está lento el tiempo hasta que aparezca el próximo post!
    Aguardaremos ansiosamente la proxima entrega
    Abrazo, @PeterKrasno

    ResponderEliminar
  9. Sólo no, con todos los otros que escribiste, por que no se pueden dejar de leer. Deberían saber eso.
    Y si en algo se parecen tus relatos con las redes sociales, es en el efecto sorpresa que tienen.

    Es increíble como todos los días salen ... no se que palabra poner, "cosas" nuevas que atrapan a la gente con el sólo motivo de reirse del otro. Ya deja de ser un "compartir", el fin dejó de ser ese, ahora es el "burlar" al otro por lo que hace. Yo me bajo ahí. Lo que le pasa a Kampeón lo vemos pasar todos los días ante nuestros ojos, sólo espero que pase rápido,por que además es algo tedioso.

    Volviendo al cuento, me gusta mucho la conexión que hiciste con los otros. Esa es la magia que tenés. Venimos leyendo, esperando una cosa, y el giro que da es a 360º, no creí que iba a terminar así, sino más bien con un final como el que dice Peces.

    El cuento tiene un tinte de realidad y de suspenso.

    "He defendido mi nombre con anterioridad, y nadie que me haya faltado al respeto lo ha hecho impunemente. Ahora tengo un nuevo nombre, pero la misma fuerza y determinación para defenderlo." --- Amé esa frase para ir dandole cierre al cuento.

    Muy bueno. Y creo que con lo que vuela tu cabeza, de esto podemos hacer muchas conexiones más sin que parezca aburrido e incoherente.

    Repito, hay más teclas para presionar acá.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. Marcos, que bueno ver que te superas relato a relato, te admiro y la verdad que este blog es uno de los mejores que he visto en mucho tiempo. No soy critico literario, opino sobre el contenido y la originalidad del texto, en cualquier momento te pido ayuda con algo que vengo haciendo. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Es mas soportable el UF que la indiferencia

    ResponderEliminar
  12. Excelente, Marcos, me sumo a todas las opiniones porque representan la mía. Abrazo y avanti.

    ResponderEliminar
  13. No quiero aturdir con comentarios, pero estaba por el capítulo siete y tuve que retroceder para decirte que este me pareció excelente.

    También el comentario sobre las redes sociales, que son verdaderas redes. Tal cual. Siempre pensé que había algo extraño en todo esto y me aturde pensar que tu historia tiene mucho de real.

    La paranoía, la falsa creencia de tener mil amigos en facebook o cien en twiter y sentirte cercano a todos por medio de una pantalla virtual. A veces me da escalofrios. Pensar que una relación se pueda basar en eso, me pone algo nerviosa. No sé. Es similar a la sensación que me provoca leerte. Simplemente, perturbador.

    ResponderEliminar
  14. Lo bueno es que te vi en una twittcam hace poco, y se te veía muy seguro. Ni se notó la tartamudez, menos lo puto. Me alegra que lo hayas superado :P

    ResponderEliminar
  15. Que pena que no escribas mas en el blog.

    ResponderEliminar